Año y medio desde la última publicación. Me queda claro que el que no practica, se oxida. Y en este primero de enero, quiero quitarme ese óxido en mi apreciación del cine. No me malentiendan, no me he alejado de esta pasión, es más, este año ha sido el más cercano con el séptimo arte, precisamente desde febrero, mes en el que entré a dar clases a una universidad local en la materia de Lenguaje Cinematográfico. Y en ese sentido, 2014 se convirtió en un año de mucho logro profesional. Me sentía volar cada vez que me paraba frente a los alumnos a compartirles mi pasión. Pero nada de esa pasión y felicidad llegó a plasmarse en palabras. Por eso hoy, a manera de ejercicio, retomo el teclado con un clásico personal que, si bien no es una aportación al legado histórico de la cinematografía mundial, sí despertó en mí la motivación para hacer lo que me gusta.
Se trata, de La Chica de al Lado. Sí, no lo puse en el título por sonar demasiado a "chick flick", además de lo que el amable lector pueda pensar de inmediato: "está dando clases en una universidad, pero habla de La Chica de al Lado". En primera, debo decir en mi defensa que es mi maldito blog y aquí hago lo que quiera. En segunda, fue la primer película que ví este año, comenzando a las tres y media de la mañana y terminando a las cinco, minutos antes de ver el amanercer en la playa. Y en tercera, no hay tercera. Comencemos.
Estrenada en 2004, dirigida por Luke Greenfield y estelarizada por un grupo de actores que, en el transcurso de los siguientes años, ganarían fama y renombre a nivel mundial: Emile Hirsch (Camino Salvaje), Elisha Cuthbert (24), Timothy Olyphant (The Crazies, Duro de Matar 4.0) y Paul Dano (Pequeña Miss Sunshine, Looper). En 2004 contaba yo con 17 años. Corrían los últimos días de preparatoria y mi grupo de amigos original había cambiado varias veces. Éramos tres. Ricardo, Gibrán y yo. Por estupideces mías, me alejé un rato de ellos, para después volver. El grupo iría añadiendo y sustrayendo miembros, pero el mayor cambio fue cuando Ricardo consiguió novia y nos dejó de frecuentar una temporada. Fue entonces que llegó Diego, un chavito unos años menor que Gibrán y yo, pero igual de loco y desmadroso. Los tres fuimos al cine un día de verano. Los tres nos enamoramos de la película. De los personajes. De las frases.
Supongo que esperábamos ver una tontería adolescente, sin rebasar la línea marcada por la saga de American Pie, pero en su lugar llegó una historia que se antoja fresca, llena de música memorable y situaciones poco convencionales.
La película nos introduce la ya conocida premisa de la vecina buenota que se muda a la casa de al lado, y termina siendo espiada por el adolescente geek y tímido que siempre ha sido demasiado listo para meterse en problemas. Es así como se nos muestra por primera vez a Danielle, hermosa y sexy, y a Mathew, honesto, recto y lleno de aspiraciones. Su primer encuentro, voyerista, detona la chispa de la cinta. Danielle resulta ser un choque hormonal y emocional. Después de haber sorprenido a Mathew, lo invita a dar una vuelta en su auto, y, sin más, lo obliga a correr desnudo por la calle, lo que sacude el mundo preparatoriano del joven, quien rápidamente cae enamorado.
El conflicto llega cuando su amigo Eli - un personaje tallado a imagen y semejanza del director Eli Roth - se percata de que Danielle es una estrella de la industria pornográfica, e insiste en que Mathew la lleve a un hotel para tener relaciones con ella. Esto hiere los sentimiento de la joven, quien se sentía atraída por la manera en la que Mathew la veía y trataba, y decide regresar a su antigua vida. Entra en escena Timothy Olypanth como el padrote de Danielle, un productor oportunista que busca cuidar a su estrella y el dinero que ésta le proporciona. Ambos parten fuera de la ciudad. Arrepentido, Mathew y sus amigos viajan hasta una convención para hablar con Danielle. Una vez ahí, Mathew le entrega un dibujo que la misma Danielle había hecho de ella, ella despierta y vuelve a separarse del padrote para llegar al lado de Mathew. Es en este punto donde entraen en juego las historias secundarias: el pleito entre Kelly y Hugo Posh (un magnate de la industria porno y ex-socio de Kelly), la recaudación de fondos para traer a un chico camboyano a estudiar en Nortemérica y la aspiración de Mathew a obtener una prestigiada beca escolar, para tejer una serie de enredos que los tres amigos, junto con Danielle, tendrán que ir resolviendo en tiempo récord para salvar tanto el futuro de Mathew como la dignidad de la pornstar.
Y así, poco a poco se desenvuelve el propio carisma de la cinta, que se encuentra en cada cuadro:
Los chistes inesperados - sin spoilear mucho, hay dos o tres proyecciones de Mathew que te van sacando de onda conforme se desarrollan.
Las actuaciones - por supuesto que no van a llegar a ser dignas de un premio, pero Kelly, por ejemplo, es un villano carismático que no deja de seducir al espectador con su personalidad. Se gana a la mayoría de los personajes adultos, y vaya, hasta a Mathew en algún punto. También tiene una historia con la cual la audiencia puede empatizar, y es que ¿a quién no le han hecho una mala jugada en el trabajo?
Las frases - me ganaron con la metáfora del trípode (o tripié), como símbolo de la amistad entre los tres adolescentes (cuando tiran una pata nos caemos todos), y hasta la adoptamos desde ese día. También hay que reconocer "always know if the juice is worth the squeeze", para saber hasta qué punto vale la pena luchar y hasta qué punto es mejor dejar ir. Además, no debo olvidar mencionar los "one liners" que sacan más de una carcajada:
- Stay in school
- Fuck her for me! For meeee!!
- "It's not funny"
"It's a little bit funny"
- "Eli, do those girls go to school?
"No Ms. Kidman, they're porn stars"
- La música - muy buena selección del soundtrack. La película inicia sin créditos, al ritmo de "Under Pressure" de Queen y David Bowie, y destaca en momentos alucinantes con "This Year's Love" de David Gray por ejemplo, que enmarca el primer beso entre Mathew y Danielle y que a su vez marca la primer pauta en donde el protagonista deja todo de lado y se lanza a conquistar a la chica.
- El final. La escalada de situaciones y peligros no deja de llevar al personaje al borde de perderlo todo. En un momento importante, el mismo Mathew acepta que vale la pena perderlo todo por la persona que ama. Y ¿qué es el amor sino una apuesta a ciegas? No sabes las cartas preparadas por la vida, el destino o la otra persona. Sólo puedes usar las que tienes en la mano y esperar que salga lo mejor. Así, la resolución al conflicto final no llega como un Deus Ex Machina, sino como producto de la inteligencia, colaboración, amor y amistad entre los protagonistas.
La Chica de al Lado, una película frsca que toma la tangente hollywoodense y explora nuevos desenlaces. Recomendada para esas tardes donde hace falta la inspiración y motivación para tomar riesgos.